jueves, 17 de abril de 2014

vete con alguien por interés y no corazón y....habla Melendi.

Educadamente te daría un consejo, 
que probablemente todavía no sabes, 
el demonio sabe mucho más por viejo 
que por ser el rey de todos nuestros males. 

Con la realidad te vas a dar de bruces 
si piensas que un euro es mejor que un detalle, 
porque una ventana que da a un patio luces 
puede brillar más que una que da a la calle. 

Y ahora vete en busca de aquella cartera 
que sostenga tus tratamientos de belleza, mientras tengas, 
porque sabrás que eso no dura eternamente, amiga mía. 

Así que vete en busca de cada delirio de grandeza 
y si la vida te endereza y tu caballo ganador se te despeña 
recuerda que tú rechazaste ser la flor para mi vida, 
por ser sólo un pétalo en la de ese tipo. 

Que pena me das niñita consentida, 
con tu cheque falso al portamor vencido... 

Aunque pensándolo bien: 
¿Cuál sería nuestro futuro? 
Tú que prefieres un peso que un beso 
y yo no tengo ni un puto duro. 
Tú que sólo comes hojas 
y yo sólo carne roja. 
Yo vivo en un cuento chino 
y tú en una peli de Almodóvar. 
Tú que presumes de atea 
mientras yo vivo de la marea 
que un dios puso en mi garganta. 

Y ahora vete en busca de aquella cartera 
que sostenga tus tratamientos de belleza, mientras tengas, 
porque sabrás que eso no dura eternamente, amiga mía. 

Así que vete en busca de cada delirio de grandeza 
y si la vida te endereza y tu caballo ganador se te despeña 
recuerda que tú rechazaste ser la flor para mi vida, 
por ser sólo un pétalo en la de ese tipo. 

Que pena me das niñita consentida, 
con tu cheque falso al portamor vencido... 

Yo sólo espero que esto no señale el broche 
pero cuando no te quede techo que alcanzar 
te sentirás vacía y como un jarro de agua fría será cuando mires atrás



martes, 15 de abril de 2014

cuento de Narciso y Eco

Narciso, hijo del río Céfiso y la bella Liríope, era tan hermoso que desde el momento de nacer fue amado por todas las ninfas. Su madre acudió al adivino Tiresias para que le pronosticara si su hijo viviría muchos años. La respuesta, fue:
- Tu hijo vivirá muchos años si no se ve a sí mismo.

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Creció Narciso, con tales gracias que las mujeres le perseguían para amarle, pero él las rechazaba a todas. Un día que Narciso paseaba por el bosque le sorprendió la ninfa Eco que había sido castigada por la diosa Hera, esposa de Zeus, a que jamás podría hablar por completo; su boca sólo podría pronunciar las últimas sílabas de aquello que escuchara.

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Eco se enamoró de Narciso nada más verlo y le fue siguiendo sin que él se diera cuenta. Cuando se decidió a acercarse las palabras se negaron a salir de su boca y se ocultó detrás de un árbol seco.
Mientras tanto Narciso hablaba con las flores del bosque:
- Hermosa flor, flor olorosa...
- Rosa, -repitió Eco-.
Narciso escuchó la voz de Eco y gritó:
- ¿Hay alguien por aquí?
- Aquí, aquí, -respondió la ninfa-.
Narciso, al oír a Eco, contestó:
- ¿Quién se oculta cerca de ese árbol seco?
Y la bella ninfa salió de entre los árboles con los brazos abiertos diciendo:
- Eco, Eco.
Cuando se encuentran, Eco abraza a Narciso, pero éste la rechaza y le dice:
- No pensarás que yo te amo...
- ¡Yo te amo!, ¡yo te amo!, -le contesta Eco-.
Entonces gritó Narciso:
- No puedo amarte.
- Puedo amarte, -repetía con pasión Eco-.
Narciso huye entre los árboles diciendo:
- No me sigas, ¡adiós!
- Adiós, adiós, -contesta Eco-.

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La menospreciada Eco se refugia en el espesor del bosque. Consumida por su terrible pasión, delira, se enfurece y piensa: «Ojalá cuando él ame como yo le amo, se desespere como me desespero yo».
Némesis, diosa de la venganza, escuchó su ruego. En un tranquilo valle había una laguna, de aguas claras, que jamás había sido enturbiada, ni por el cieno, ni por los hocicos de los ganados. A esa laguna llegó Narciso y, cuando se tumbó en la hierba para beber, Cupido le clavó, por la espalda, su flecha del amor,... lo primero que vio Narciso fue su propia imagen, reflejada en las limpias aguas y creyó que aquel rostro hermosísimo que contemplaba era el de un ser real, ajeno a sí mismo. Se enamoró de aquellos ojos que relucían como luceros, de aquellas mejillas imberbes, de aquel cuello esbelto, de aquellos cabellos negros. Se había enamorado de... él mismo y ya no le importó nada más que su imagen. Permaneció largo tiempo contemplándose en el estanque y poco a poco fue tomando los frescos colores de esas manzanas, coloradas por un lado, blanquecinas y doradas por otro, transformándose lentamente en una flor hermosísima que al borde de las aguas seguía contemplándose en el espejo del lago.

En el mismo instante en que Narciso se transformó en flor, Eco se desmoronó en la hierba, muerta de amor. El cuerpo de Eco nunca se pudo encontrar pero en los montes y valles de cualquier parte del mundo, aún responde a las últimas sílabas de las voces humanas.
LEYENDA DEL CEIBO